¿Has comido alguna vez ostras? ¿Has probado las quisquillas que se estilan por el sur de España? ¿Qué pasa con los tan apreciados berberechos o el atún rojo? El punto en común de todos estos productos marinos, aparte de su exclusividad y su elevado precio es que, cuando están realmente frescos, se consumen, en muchas ocasiones, crudos. Como Dios los trajo al mundo, sin artificios ni complicadas elaboraciones. Un poco de limón, de sal o salsa de soja son suficiente para sacar todo el partido de alimentos que ya de por sí cuentan con unas cualidades organolépticas superiores.

Esto mismo es lo que ocurre con el tomate Raf. Tan fantástico es su sabor y tan interesante su carne que la mejor manera de consumirlo es, simplemente, con un poco de aceite de oliva virgen extra y sal.

Aunque el Raf se emplea también en preparaciones como deliciosas mermeladas, salmorejos o gazpachos, el consenso general es que a la hora de exprimir todo su sabor, lo mejor es tocarlo poco y cuidar que los tres productos que se fusionan en esa ensalada sean de la máxima calidad: un tomate auténtico de Almería, aceite de oliva virgen extra y sal en escamas, del Cabo de Gata, si es posible. Tres ases para un plato de lujo.